Un año después del “asalto institucional”, y con el objetivo de poner en común diferentes experiencias locales, el pasado 4 de junio varias candidaturas municipalistas madrileñas celebraron un encuentro en la localidad de Pinto: el Cups Fest. Alejada del ruidoso clima preelectoral, el evento se organizó en torno a ejes de trabajo estrictamente municipales: se trataba, por una parte, de rendir cuentas, señalar límites y esbozar –a través de talleres y discusiones– propuestas para seguir avanzando en una línea compartida de reformas transformadoras –como la remunicipalización de los servicios, por ejemplo–; por otra se esbozó una lectura estratégica centrada en la capacidad de acción de los “municipios del cambio”, pues constituyen uno de los mayores activos del ciclo político actual.
Fueron tres los elementos que hicieron del Cups Fest un encuentro verdaderamente singular e innovador. La convocatoria de Ganemos Pinto, para empezar, no necesitó de ninguna coordinación externa a las candidaturas (nos referimos a IU o Podemos): estamos ante una convocatoria autónoma, organizada desde abajo, donde priman los vínculos construidos por los diferentes entornos municipalistas. Es la primera reunión que se celebra con este carácter en la Comunidad de Madrid.
Destacó también la diversidad y profundidad de contenidos que estructuraron el Cups Fest: se propusieron seis talleres –desde remunicipalización y participación hasta comunicación política o movimientos sociales– que pretendían abordar los retos más comunes y más sensibles a los que el nuevo municipalismo ha de hacer frente. Finalmente, cabría subrayar la madurez política de las candidaturas y lo elevado de la discusión en las asambleas plenarias. Más allá de tentaciones puramente “gestoras” o “gobernistas”, el perfil del municipalismo que asistió al encuentro –desde el gobierno o desde la oposición– hizo gala de valentía institucional y compromiso con sus programas.
Rendición de cuentas, talleres y discusiones
El Cups Fest comenzó con la rendición de cuentas de Rafael Sánchez (Ganemos Pinto), Chus Alonso (Ahora Ciempozuelos) y Ana Ferreira (Cambiemos Parla), que valoraron positivamente su año en los municipios. Tanto Sánchez como Alonso, alcalde de Pinto y alcaldesa de Ciempozuelos, aludieron a los límites económicos –deuda, escasez de recursos– y trabas legales que frenan la transformación de los municipios.
Dos ejes de problemas que volverían a aparecer en los talleres de remunicipalización y Hacienda. Y es que la “Ley de racionalización y sostenibilidad de la Administración Local”, más conocida como Ley Montoro, destruye gran parte de las competencias de la entidades locales; unas instituciones que además están lastradas, además, por la resaca del boom inmobiliario y la ronda de privatizaciones perpetrada por los gobiernos del Partido Popular. Ferreira insistió en la importancia de realizar una oposición activa, atenta a las demandas ciudadanas y vinculada con los conflictos de los territorios. Queda aún una inmensa tarea de pedagogía municipalista para involucrar a la ciudadanía y potenciar un cambio real.
Dentro del marco de los talleres, se señaló lo importante de la derogación de la Ley Montoro, que además de ser un obstáculo para acometer las medidas políticas ambiciosas, dificulta la gestión más básica de los municipios. La remunicipalización se trató como una medida fundamental para recuperar autonomía: no sólo representa la devolución al común de lo privatizado, sino que además permite gestionar servicios a menor coste y evita la precariedad de los trabajadores. En este sentido, municipios, sindicatos y trabajadores tendrían que establecer un diálogo profundo a la hora de plantear cualquier tarea de remunicipalización, ya que sólo una acción concertada e integradora puede facilitar este tipo de procesos .
En cuanto al ámbito de la participación ciudadana, desde la concejalía de Pinto se insistió en la importancia de dotar de recursos a las asociaciones y colectivos, de manera que pudiera viabilizarse una participación con impacto real en la ciudad. En la misma línea, la creación de “consejos de barrio” se destacaba como una medida útil para construir un poder civil cada vez más denso y dinámico. La importancia del sorteo en el área de participación –explicada por Jorge Costa, investigador de la Universidad de Cádiz– fue valorada positivamente por los asistentes al taller. Gracias a la aplicación del sorteo cualificado –a la hora de constituir consejos ciudadanos, por ejemplo– la participación puede dinamizarse más allá de los sectores tradicionalmente movilizados, estableciendo además elementos de compensación o incentivos que favorezcan la inclusión de estos sectores.
¿Qué hay sujetando el ciclo institucional?
Otro de los talleres de la tarde giró en torno a aspectos básicos de la comunicación política, aplicados al ciclo municipalista. Sin perder de vista el actual sistema de medios ni las relaciones de poder vigentes entre grandes grupos mediáticos y los depositarios del capital, el debate se articuló en gran parte sobre las diferentes experiencias que las candidaturas municipalistas han tenido con los medios de comunicación de su entorno, en un intento de analizar las causas y, más importante, encontrar soluciones a esta relación, en general tensa. Hubo tiempo también para analizar estrategias concretas que sirviesen para fortalecer las confluencias a nivel comunicativo y, en definitiva, llegar a la opinión pública, “algunas veces a pesar de los medios de comunicación”.
A lo largo del taller de feminismo se insistió en las asimetrías y desigualdades que las nuevas plataformas siguen arrastrando en relación con el género; a pesar de los avances, la codificación de roles sigue siendo bastante tradicional, al tiempo que tiende a confundirse el marketing sobre la imagen de las mujeres con la inclusión de una agenda feminista en la nueva política –algo que en absoluto tiene por qué ser sinónimo–.
Finalmente, el taller sobre movimientos sociales explicitó la importancia de la organización social como contrapoder y punta de lanza de la transformación política. Sin movilización y demandas sostenidas los consistorios pueden transformarse rápidamente en máquinas burocráticas, alejadas de la gente y sus problemas. Los movimientos han de entrar en conflicto para lograr la materialización de las demandas sociales, instando a las instituciones –unas instituciones a las que se supone capacidad de escucha– a comprometerse con sus programas.
Cerró el encuentro Emmanuel Rodríguez, del Instituto DM, que afirmó durante su ponencia que la llegada de las CUPs a los ayuntamiento trae problemas que hay que abordar seriamente. Entre ellos, el hecho de que gobernar no significa tomar el poder. Al hilo se recordó que el Estado funciona a base de burocracia y nunca es neutral. A esto habría que sumar la realidad a la que se enfrentan las entidades locales: una democracia limitada, cuando no prácticamente destruida. La legislación vigente, además, concede a las administraciones locales una autonomía mínima. Por otro lado, Rodríguez incidió en la existencia de un agotamiento social. “La calle está desactivada. No hay estructuras organizativas sólidas”, argumentó antes de lanzar una pregunta: “¿qué hay sujetando el ciclo institucional?”.
Las líneas de debate que surgieron en esta última parte se vertebraron en torno a la idea de política, que suele equipararse al ámbito institucional. Así, se insistió en la necesidad de aumentar el poder de los movimientos sociales, para generar contrapoderes que actúen sobre los intereses de la oligarquía. “El poder no se puede limitar a la CUP, el poder que nos interesa es la autoorganización social“, subrayó. La clave, según Emmanuel Rodríguez, es identificar los conflictos y plantear cuál debería ser la postura que tendría que tomar la institución. “Lo importante es cómo sigues construyendo lo que te ha llevado a la institución”.
Mario Espinoza y Ana Encinas
Publicado en Diagonal el 11 de junio de 2016
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