Comienza el otoño y con él llegan nuevas aventuras. Además de haber cambiado Madrid por Granada -lo cual no es poco-, este nuevo curso viene cargado con más novedades. Y una de las que más ilusión me hace es tener la fortuna de formar parte del comité editorial de El rumor de las multitudes. Un espacio de pensamiento crítico lleno de gente muy querida y valiosa. Allí estaremos, impulsando la Filosofía Política y Contemporánea con compañeras y compañeros como María Arobes, Carolina Meloni, Miquel Martínez, Sergio de Castro, Lola Cubells y Camilo Segura Moreno. Será un placer poner mi granito de arena en un proyecto tan interesante y en crecimiento.
He tenido la oportunidad de contribuir al blog de filosofía de El Salto en diversas ocasiones, con textos tan distintos como La comunidad ensoñada, Rumores de mayo: el 15M y la década de lo posible, Negritud es revuelta: Aimé Césaire hoy, Bifurcaciones: entre el desastre y la esperanza #covid-19 y Un Marx desconocido -artículos todos ellos que también podéis encontrar en este blog-. Y seguiremos en esa estela, reflexionando sobre marxismo, racismo, movimientos de emancipación, luchas sociales, derecho a la ciudad y todos los temas que vayan apareciendo en el presente y requieran atención, reflexión, afecto, cuerpo y concepto.
Os invito a sumergiros en el blog y a estar atentas y atentos a las nuevas contribuciones y debates de esta temporada -seguro que conseguirán ampliar vuestra mirada crítica y os animarán a poneros en movimiento-. No diré de nuevo aquello de que «vivimos en tiempos interesantes», pero lo cierto es que atravesamos una época de crisis global, de la cual la pandemia es sólo una parte o un elemento más. Quizá lo que está en juego es algo más profundo, pues parece que hemos entrado de lleno en una fase histórica de transición tremendamente ambivalente. Por un lado, el presente nos dice que nos dirigimos hacia un sistema político y económico más autoritario y violento. Sobre todo si las inercias del capitalismo persisten en la ruta neoliberal sin ninguna resistencia. Conocemos sus resultados: desigualdad, crisis climática, racismo, machismo y vulneración de los derechos sociales. Nuestro pan de cada día. No obstante, su reverso también es posible. Existen las posibilidades de una toma de conciencia colectiva, de que la organización de la rabia y el descontento lleguen a ser masivos. De dar un sentido común al impulso utópico que nos lleva a desear una vida mejor. Ahí residen, en fin, tanto las incertidumbres como las potencialidades del momento. Toda una bifurcación del camino que hoy nos muestra su peor cara.
Y es que gracias a su cadencia tumultuosa, las crisis también tienen el poder de poner el pensamiento patas arriba, de desordenarlo todo y horadar esquemas acostumbrados, abriendo un espacio a la esperanza y al cuestionamiento de lo que somos en común -desde las instituciones políticas y económicas hasta los gestos más íntimos-. ¿Pero no es eso lo que le toca hoy al pensamiento? Buscar en el presente posibles cartografías de emancipación, en los intersticios, en los conflictos y en lo hondo de los anhelos colectivos. Mejor descubrir islas de comunismo en medio del marasmo que dejarnos seducir por la melancolía de la catástrofe. Aunque no sea suficiente. En 1880, un Karl Marx notablemente mayor vivía en Ramsgate con su familia. Su estado de salud era cada vez más delicado. John Swinton, un periodista del diario The Sun, se desplazó a su hogar desde Estados Unidos para entrevistarlo. Consideraba al Moro -así le llamaban sus allegados- uno de los personajes más importantes de la época. Su conversación no le defraudaría: quedó muy sorprendido por su amabilidad y lucidez. Era capaz de enhebrar con su hilo rojo particular los acontecimientos políticos más destacados del presente, siguiendo siempre sus perfiles más emancipadores -los lugares donde vibraban con más energía la esperanza colectiva, la igualdad y la libertad-. Al final, preguntó a Marx -un hombre muy poco metafísico- sobre cuál pensaba que era «la ley última del ser». Como nos ha recordado recientemente Marcello Musto, su respuesta no fue otra que «¡La lucha! Ella misma… ¡La lucha!».
Probablemente el Rumor de las Multitudes no sea otro que ese: la lucha. El esfuerzo que hacemos para transformar el mundo, transformar lo que somos, pensar y, sobre todo, vivir de otra manera.
Mario Espinoza Pino

Espero formar parte de ese reverso porque, sí, me empeño en creer que otra vida es posible.
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