Es ley del mundo que el mar de ayer se torne hoy campo de moras.

Mao Zedong, La toma de Nankín por el Ejército Popular de Liberación

No tengo las respuestas
para las preguntas que formulas
ni siquiera para las más obvias

en este día de tormenta
solo puedo decirte
que hay que ponerse a cubierto.

Me gustaría responder
y destilar sabiduría como hace años
pero las palabras se han gastado

su envoltura ha perdido el lustre
que las hacía brillar
como si fueran siempre nuevas.

Te escucho y miro alrededor
pero no llegan las ideas
que puedan sacarnos de este compás de espera

quisiera que así fuese, créeme
pero he renunciado a la arrogancia
por una causa mayor que el narcisismo.

Sigo tu conversación
con la inquietud nerviosa
del que quiere intervenir, pero solo asiento

porque ese gesto dibuja algo común
entre tu voz, mis pensamientos
y el desierto que crece alrededor.

No siempre será así –te digo–
no durará cien años este mal
ni esta ciudad permanecerá sitiada tanto tiempo

no lo hará si estás conmigo
si nos arriesgamos a florecer, de nuevo
con el furor inesperado de las primaveras.

Pero hay que abonar bien el terreno
escoger las mejores semillas
y sembrar con el tesón de nuestros ancestros

llegará entonces el momento
de recoger los frutos de todas las tormentas
que sacuden el presente.

Llegará el momento en que la ira
se vuelva algo más útil
menos amargo

y arraigue profunda la esperanza
sobre estos campos
hoy deshechos.

Mario Espinoza Pino

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