Te amo como un animal, simplemente,
De un amor sin misterio y sin virtud
Con un deseo masivo y permanente.
Vinicius de Moraes, Soneto de amor total
He recorrido la ciudad
piedra ensoñada
desde la catedral
hasta la sinagoga
imaginando tu voz por las esquinas
susurrando entre jardines
y plazas soleadas
allí donde la luz del invierno
descubre su corazón más leve
y danza
y he caminado sobre el antiguo puente
buscando un signo
o una huella, un poso
una señal de ti: una ciudad
dentro de la ciudad
un recodo solo nuestro
en el que tu sonrisa
acaricia el mediodía
con promesas que desbocan
las aguas del río sobre la noche
quisiera permanecer allí
por siempre
atado a tus caderas
y hasta el último resuello
en el abrazo de tus piernas
para después poder reírnos
como lo hacen los niños
que ocupan en su risa toda la mañana
mientras los días se hacen más largos
y mueren los enigmas en su boca.
Mario Espinoza Pino





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