Clamor

No es sólo la incertidumbre
ni el hastío de las batallas cotidianas
no es la última mentira
ni tampoco el rostro cínico de turno
que sonríe desde la pantalla a la hora más manoseada del día.

No son los potros de bárbaros atilas
aunque parece que lo fuesen
porque vemos llegar el golpe y apenas esquivamos:
petrificados de tanto gastar tardes
no acertamos a devolver la rabia entera.

No son solo los tiempos
el cansancio pandémico
o los interminables duelos con lo que pudo ser
y no fue pero sin embargo es –la historia de todos los poemas–
y no da tregua ni a los pájaros, las abejas o las luciérnagas

se trata sencillamente de la desposesión

esa palabra funesta
que nos dice que alguien arranca, devora,
coloniza, mata, quiebra, pudre, agosta, contamina, viola
o conquista por la fuerza y se apropia de algo valioso
que nos pertenece en lo más hondo

y lo más profundo es lo más sencillo,
la piel y la raíz,
las cosas del besar, el comer, el reír.

Los días rezuman mala conciencia
y dejan un sabor áspero
entre la lengua y la garganta:

clavados en la sombra
aguardamos la luz
sabiendo que no basta, que algún día
habrá que salir a recobrarla.

Si es que alguna vez la tuvimos del todo entre las manos.

Mario Espinoza Pino

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