La Contraparte

«Conjunto de personas que se oponen. Desacuerdo.
Sujetos que se comprometen al cumplimiento de acuerdos y contratos. Consenso.
Contrapoderes que remiten a los contrastes, a las contradicciones, a todo lo que excede el punto medio de la concentración de poder. Antagonismo.
Hacer de parte ¿De parte de quienes no tienen parte?
Habitar la otra cara de la moneda. Las cosas existen por su contraparte».

La Contraparte, 13 de marzo de 2017

Así comenzaba el primer programa de La Contraparte un 13 de marzo de 2017, emitido y grabado desde el antiguo edificio de Radio Vallekas -en la madrileña calle de Puerto del Milagro-. Aquel programa, ideado por Marisa Pérez Colina, Ana Encinas, Susana Albarrán y el que escribe, fue hijo de una coyuntura muy especial, de un tiempo que hoy -cuando echamos la mirada para atrás- casi se nos presenta como remoto. Y sin embargo solo han pasado seis años. Pero ya se sabe, hay épocas en las que un año concentra la savia de un lustro o la densidad de casi una década. No puedo hablar en plural, pero creo que mis compañeras estarían de acuerdo conmigo si digo que fueron años de una intensidad política hasta entonces desconocida para todas.

Fue el momento en que numerosos activistas sociales de todo el Estado decidimos embarcarnos en aquello que popularmente llegó a denominarse como el asalto institucional. Tras la resaca del 15M, el movimiento de las plazas de 2011, y la irrupción de Podemos en 2014, muchas personas que militábamos en espacios sociales, políticos o sindicales del «hemisferio izquierda» nos planteamos desembarcar en las instituciones del Estado español. Algo que requería construir candidaturas propias y pasar a través del consabido ritual democrático de masas: presentarnos a las elecciones. Los ritmos eran más que rápidos, así que tuvimos que correr bastante -dando más de un traspiés, por supuesto-. En medio de aquel fragor, mucha gente lo recordará, pudimos prever solo parte de los problemas que nos saldrían al paso, mientras que otros se nos escaparon: o no tuvimos una mirada suficientemente virtuosa como para atisbarlos o fueron directamente imprevisibles.

Los más difíciles tuvieron que ver más con la práctica de lo que significa convertir redes de activismo social en máquinas políticas, y todos los costes que ello implica. Y aún más dentro de una sociedad neoliberal, tan fragilizada y atomizada. Además nos encontrábamos muy lejos de ejemplos históricos de organización que palpitasen en la cultura militante de nuestra generación. Modelos para intervenir en el ámbito institucional y sostenernos. Estos problemas eran al mismo tiempo indisociables de otros que tenían que ver con los límites que impone la propia estructura de las instituciones a los movimientos y candidaturas que tratan de avanzar en su seno -nuestras instituciones son débilmente democráticas y están diseñadas para convertirse en plataformas oligárquicas-. Aunque llevásemos mucha radicalidad en nuestros programas, el choque con la realidad nos mostró las facetas realmente conservadoras de las instituciones del régimen del 78. También las de buena parte de nuestros compañeros de viaje -deseosos de forjarse una carrera política al uso-. Si bien estas últimas cuestiones no dejamos de tratarlas, ya fuese en la prensa o debatiendo sobre las mismas, está claro que de la formulación de las dificultades a su resolución median uno o varios mundos.

La Contraparte surgió en un momento en que activistas vinculados a Ganemos Madrid, Ahora Madrid y la Fundación de los Comunes pensamos que sería útil crear una herramienta de discusión en las ondas. Sobre todo porque nos encontrábamos cada vez más con inercias conservadoras en el gobierno de Ahora Madrid y en los partidos que hasta hace bien poco formaban parte de la constelación de lo que se llamó la nueva política. Los programas políticos se olvidaban y su contenido se disolvía en un gobierno rutinario que cada vez se parecía más al del progresismo descafeinado del PSOE. Así las cosas, urgía debatir con más ahínco sobre los problemas fundamentales que afectaban a las clases populares de Madrid, de modo que había que situar en la agenda de los movimientos y las izquierdas cuestiones que estaban siendo engullidas por los focos mediáticos de la derecha, el marketing político, las inercias conservadoras de nuestras propias candidaturas y el fárrago institucional -que no deja de ser fundamental para intentar transformar la vida de la gente y volver a presentarse a unas elecciones-.

En definitiva, en La Contraparte tratamos temas que todavía hoy siguen preocupándonos y mucho: el auge de la extrema derecha, el racismo institucional, el problema de la vivienda, la especulación inmobiliaria capitalina, la necesidad de radicalizar el municipalismo desde un punto de vista social, la importancia de vincularnos para frenar leyes lesivas y macro-operaciones urbanísticas devóralo-todo, etc. Pero gracias a La Contraparte también pudimos vivir momentos de esperanza: experimentamos la eclosión del movimiento feminista, el impulso de las huelgas de cuidados y todo el proceso de construcción que llevó a momentos tan especiales y épicos como los 8M de 2018 y 2019. Momentos multitudinarios y de grandes acuerdos que hoy, por desgracia, también nos parecen muy lejanos. En cierto sentido, nuestro programa se convirtió en un altavoz crítico, en un dispositivo que trataba de pensar el presente madrileño desde los movimientos sociales y así contribuir a reforzar los programas de la izquierda radical que se encontraba envuelta en el la pugna institucional.

Nuestros resultados fueron limitados, aunque dignos si pensamos en los medios con que contábamos y en lo amateur de nuestra operación mediática: salvo una de las personas implicadas, las demás teníamos poca experiencia en la radio. Eso sí, teníamos ganas. Los programas duraban alrededor de una hora y fueron de menos a más. Al principio íbamos muy rápido, vocalizando regular y tratando de meter demasiado material en las escaletas -yo a veces iba como un torbellino-. Pero poco a poco fuimos soltándonos, ganando perfil y capacidad para guiar las conversaciones. Aprendimos que a veces menos es más y que más valía la sencillez en el habla que la expresión barroca -un tic intelectual muy poco grato en la radio-. Crecimos juntas programa tras programa, ganando soltura a cada paso y aumentando la calidad de lo que hacíamos. El resultado de todo no dejaba de tener el sabor de las radios libres, de su vocación tan crítica y outsider como profesional a medias. Pero es justo ahí, en los intersticios, en los lugares donde las reglas no importan tanto, donde irrumpen las cosas que merecen la pena.

La Contraparte se agotó debido a la carrera electoral de 2019 y porque, me parece, perdimos políticamente el pie -no sabíamos muy bien por dónde continuar-. No obstante, al final llevamos a cabo 26 programas. Ahí es nada. Hacíamos el programa cada 15 días, para poder combinar con agilidad nuestros activismos y trabajos asalariados con la radio -todo ello muy relacionado, dicho sea de paso-. Nunca olvidaré el programa en el que abordamos la trágica muerte de Mame Mbaye, el mantero y vecino de Lavapiés que murió en la calle del Oso tras una persecución policial. Y nunca me olvidaré de cómo los medios difundieron la noticia, de cómo se trató a las comunidades y personas que denunciaron la violencia que los cuerpos policiales ejercen de manera rutinaria contra las personas migrantes. Creo que para quienes hicimos el programa fue un momento muy especial por todo lo que implicaba: señalar el racismo brutal y cotidiano que habita la ciudad y las tergiversaciones que los medios hicieron sobre lo que había sucedido. Desde nuestra humilde posición tratamos de invocar algo de justicia dando la palabra a quienes no se suele escuchar.

El programa no hubiese salido al aire sin el esfuerzo de Marisa Pérez Colina, Ana Encinas y Susana Albarrán, a quienes pude sumar el mío. Nos fuimos repartiendo las responsabilidades y la dirección del programa de manera rotatoria -adaptándonos a los temas y los conocimientos e intereses de cada cual-. Durante muchas jornadas nos juntamos en la Calle Puerto del Milagro, antigua sede de Radio Vallekas, para retransmitir en FM. Montábamos los programas como podíamos, tres o cuatro días antes -a veces menos-, pero pergeñando las ideas algo más de una semana. Después Susana, nuestra experta a los mandos, se ocupaba se subirlos a IVOOX (más adelante hasta nos atrevimos a abrir un blog en El Salto). Aprendí muchísimo de Marisa, Ana y Susana, así que solo puedo estarles muy agradecido por todo lo que pudimos compartir -que no fue poco- y todo lo que me enseñaron -muchas gracias, de corazón-. Parece que nos toca hacer archivo, hacer memoria de lo que fuimos y de lo que pudimos ser. También de lo que seguimos pudiendo construir en común.

En el enlace a continuación están todos los programas de La Contraparte. Si os apetece escucharlos sólo tenéis que pinchar y se abrirá el reproductor. Espero que os resulten interesantes.

https://www.ivoox.com/player_es_podcast_397115_zp_1.html

Postdata: por más vueltas que he dado, me ha sido imposible integrar el reproductor en la página. Seguiremos intentándolo.

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